Historia sumaria del advenimiento del Principado. Muerte de Augusto y entronización de Tiberio.
Postquam Bruto et Cassio caesis nulla iam publica
arma, Pompeius apud Siciliam oppressus exutoque Lepido,
interfecto Antonio ne Iulianis quidem partibus nisi Caesar
dux reliquus, posito triumviri nomine consulem se ferens et
ad tuendam plebem tribunicio iure contentum, ubi militem
donis, populum annona, cunctos dulcedine otii pellexit, insurgere paulatim, munia senatus magistratuum legum in se
trahere, nullo adversante, cum ferocissimi per acies aut proscriptione cecidissent, ceteri nobilium, quanto quis servitio
promptior, opibus et honoribus extollerentur ac novis ex
Ceterum Augustus subsidia dominationi Claudium
Marcellum sororis filium admodum adulescentem pontificatu
et curuli aedilitate, M. Agrippam, ignobilem loco, bonum
militia et victoriae socium, geminatis consulatibus extulit, mox
defuncto Marcello generum sumpsit; Tiberium Neronem
et Claudium Drusum privignos imperatoriis nominibus auxit,
integra etiam tum domo sua. nam genitos Agrippa Gaium
ac Lucium in familiam Caesarum induxerat, necdum posita
puerili praetexta principes iuventutis appellari, destinari consules specie recusantis flagrantissime cupiverat. ut Agrippa
vita concessit, Lucium Caesarem euntem ad Hispaniensis
exercitus, Gaium remeantem Armenia et vulnere invalidum
mors fato propera vel novercae Liviae dolus abstulit, Drusoque pridem extincto Nero solus e privignis erat, illuc cuncta
vergere: filius, collega imperii, consors tribuniciae potestatis
adsumitur omnisque per exercitus ostentatur, non obscuris,
ut antea, matris artibus, sed palam hortatu. nam senem
Augustum devinxerat adeo, uti nepotem unicum, Agrippam
Postumum, in insulam Planasiam proiecerit, rudem sane
bonarum artium et robore corporis stolide ferocem, nullius
tamen flagitii conpertum. at hercule Germanicum Druso
ortum octo apud Rhenum legionibus inposuit adscirique per
adoptionem a Tiberio iussit, quamquam esset in domo
Tiberii filius iuvenis, sed quo pluribus munimentis insisteret.
bellum ea tempestate nullum nisi adversus Germanos supererat, abolendae magis infamiae ob amissum cum Quintilio
Igitur verso civitatis statu nihil usquam prisci et integri moris: omnes exuta aequalitate iussa principis aspectare,
nulla in praesens formidine, dum Augustus aetate validus
seque et domum et pacem sustentavit. postquam provecta
iam senectus aegro et corpore fatigabatur aderatque finis et
spes novae, pauci bona libertatis in cassum disserere, plures
bellum pavescere, alii cupere. pars multo maxima inminentis dominos variis rumoribus differebant: trucem Agrippam et ignominia accensum non aetate neque rerum
experientia tantae moli parem, Tiberium Neronem maturum
annis, spectatum bello, sed vetere atque insita Claudiae
familiae superbia, multaque indicia saevitiae, quamquam
premantur, erumpere. hunc et prima ab infantia eductum
in domo regnatrice; congestos iuveni consulatus, triumphos;
ne iis quidem annis quibus Rhodi specie secessus exul
egerit aliud quam iram et simulationem et secretas libidines meditatum. accedere matrem muliebri inpotentia:
serviendum feminae duobusque insuper adulescentibus qui
rem publicam interim premant quandoque distrahant.
Haec atque talia agitantibus gravescere valetudo Augusti, et quidam scelus uxoris suspectabant. quippe rumor
incesserat paucos ante mensis Augustum, electis consciis
et comite uno Fabio Maximo, Planasiam vectum ad visendum Agrippam; multas illic utrimque lacrimas et signa
caritatis spemque ex eo fore ut iuvenis penatibus avi redderetur: quod Maximum uxori Marciae aperuisse, illam
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Después de que, muertos violentamente Bruto y Casio, no existía ya un ejército republicano9, que Pompeyo fue aplastado junto a Sicilia10 , y que, eliminado Lépido y muerto Antonio11, no le quedaba ya tampoco al partido juliano otro jefe que César12, abandonó éste el título de triúmviro presentándose como cónsul, «satisfecho con el poder tribunicio para la defensa del pueblo»13. Tras seducir al ejército con recompensas, al pueblo con repartos de trigo, a todos con las delicias de la paz, se fue elevando paulatinamente; empezó a tomar para sí las prerrogativas del senado, de las magistraturas, de las leyes, sin que nadie se le opusiera, dado que los más decididos habían caído en las guerras o en las proscripciones, los que restaban de los nobles se veían enaltecidos con riquezas y honores en la misma medida en que se mostraban dispuestos a servirle, y encumbrados con la nueva situación preferían la seguridad presente al problemático pasado. [2] Tampoco las provincias ponían mala cara a aquel estado de cosas, toda vez que desconfiaban del gobierno del senado y el pueblo a causa de las rencillas entre los poderosos y la codicia de los magistrados, sin que de mucho les valiera el apoyo de unas leyes obstaculizadas por la violencia, las intrigas y, en fin, por el dinero.
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Por lo demás, Augusto, buscando apoyos para su dominio, enalteció a Claudio Marcelo14, hijo de su hermana y apenas un muchacho, con el pontificado y la edilidad curul, y a Marco Agripa15, de origen humilde pero buen soldado y compañero de su victoria, con el consulado dos años seguidos, haciéndolo su yerno tras la muerte de Marcelo; a Tiberio Nerón y Claudio Druso16, sus hijastros, los distinguió con el título de imperator17, y eso cuando aún conservaba entera a su familia. [2] Pues a Gayo y Lucio, hijos de Agripa, los había hecho entrar en la familia de los Césares; su nombramiento como Príncipes de la Juventud cuando aún no habían dejado la pretexta infantil y su designación para el consulado, los había deseado ardientemente, si bien fingió no quererlos. [3] Una vez que Agripa partió de esta vida, que a Lucio, cuando marchaba a los ejércitos de Hispania, y a Gayo, que volvía de Armenia gravemente herido, se los arrebató una muerte fatalmente prematura o tal vez una maniobra de su madrastra Livia18 , y que, muerto Druso ya tiempo atrás, le quedaba de sus hijastros sólo Nerón19 , todo se concentró en él: lo hizo hijo, colega en el imperio, consorte en la potestad tribunicia20 , y fue presentado ostentosamente ante todos los ejércitos, ya no —como antes— con las oscuras artes de su madre, sino con abierta recomendación. [4] En efecto, Livia se había impuesto de tal manera al ya decrépito Augusto, que éste relegó a la isla de Planasia21 a su único nieto, Póstumo Agripa, muchacho carente, desde luego, de cualquier clase de aptitudes y de una fortaleza física que le producía un orgullo estúpido, pero inocente de cualquier infamia. [5] En cambio, a Germánico22, hijo de Druso, lo puso al frente de ocho legiones junto al Rhin, y ordenó a Tiberio que lo adoptara por hijo, aunque tenía Tiberio un hijo ya crecido23, con el fin de proporcionarse un apoyo más. [6] No quedaba por aquel tiempo guerra alguna, a no ser contra los germanos, motivada más por lavar la infamia del ejército perdido con Quintilio Varo24 que por afán de extender el imperio o de una compensación que valiera la pena. [7] En el interior estaban las cosas tranquilas, las magistraturas conservaban sus nombres; los más jóvenes habían nacido con posterioridad a la victoria de Accio, e incluso los más de los viejos en medio de las guerras civiles: ¿cuántos quedaban que hubieran visto la república?
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Así pues, transformado el estado de arriba abajo, nada quedaba ya de la vieja integridad: todos, abandonando el espíritu de igualdad, estaban pendientes de las órdenes del príncipe, sin temor alguno por el presente mientras Augusto, en el vigor de la edad, fue capaz de sostenerse a sí, a su casa y a la paz. [2] Cuando su edad ya avanzada se vio fatigada además por las dolencias corporales, y se divisaban el final y nuevas esperanzas, sólo unos pocos hablaban —para nada— de los bienes de la libertad; los más temían una guerra, otros la deseaban. [3] Una parte, con mucho la más numerosa, esparcía los más variados rumores sobre los nuevos amos que se venían encima: Agripa era de condición feroz, exasperada por la postergación, y ni por su edad ni por su experiencia práctica estaba a la altura de tan grave cargo; Tiberio Nerón había madurado con los años y probado su valor en la guerra, pero tenía la vieja soberbia ingénita en la familia Claudia, y muchos indicios de crueldad, aunque procuraba reprimirlos, le salían al exterior. [4] Además —advertían— se había educado desde la primera infancia en una casa de reyes; se lo había colmado, cuando aún era un muchacho, de consulados y triunfos; y ni siquiera en los años pasados en el exilio de Rodas25 con apariencia de retiro había alimentado en su interior más que odio y simulación y secretas concupiscencias. [5] Estaba además su madre, con la falta de propio dominio, característica de las mujeres: habría que prestar servidumbre a una hembra y, encima, a dos muchachos que oprimirían al estado para algún día desgarrarlo26.
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En medio de tales y parecidas cábalas se iba agravando el estado de salud de Augusto, y algunos sospechaban un crimen de su esposa. De hecho se había esparcido el rumor de que pocos meses antes, sin saberlo más que algunos elegidos y acompañado solamente por Fabio Máximo27, Augusto se había hecho llevar a Planasia a visitar a Agripa, y que allí había habido por ambas partes muchas lágrimas y señales de cariño, de donde parecía surgir la esperanza de que el muchacho fuera devuelto al hogar de su abuelo. [2] Se decía que Máximo se lo había revelado a su esposa Marcia, y ésta a Livia, y que ello había llegado a oídos del César; que muerto Máximo no mucho después, sin que apareciera claro si de muerte provocada, se había oído en su funeral los gemidos de Marcia acusándose de ser la causa de la perdición de su marido. [3] Comoquiera que fuera de ese asunto, Tiberio fue llamado por carta urgente de su madre cuando apenas había entrado en el Ilírico28 ; no se sabe con certeza si cuando encontró a Augusto en la ciudad de Nola29 se hallaba éste todavía con vida o había ya exhalado su espíritu. [4] En efecto, Livia había colocado severas guardias en torno a la casa y por los caminos, y se publicaban de vez en cuando comunicados optimistas; hasta que, tras haberse proveído a lo que la ocasión exigía, un mismo anuncio dio cuenta del fallecimiento de Augusto y de que Tiberio se había hecho cargo del poder30.
Ejemplo de aparato crítico (Goodyear, comentarios preliminares a Libro I, capítulo 2)
I. 2. 1 postquam…mallent Una oración de una longitud inusual para T., pero a años luz de los períodos ciceroniano y livio, tan conocidos. De una manera peculiarmente tácita, representa la gradual y calculada intrusión de Augusto en el poder del Senado y del pueblo. No hay una construcción fluida que lleve a un clímax inevitable. En cambio, la articulación es inconexa, las construcciones cambian abruptamente o quedan inconclusas, y los pensamientos se agolpan sobre los pensamientos repentina y tangencialmente. La oración es sobrecargada, pero también abrumadora en su fuerza. Véase F. Klingner, Hermes 83 (1955), 192-4 (= Studien 664-5) para algunas observaciones perspicaces sobre la estructura oracional tácita, y el importante estudio de A. Kohl, Der Satzanachirag bei Tacitus, Würzburg 1960, passim.
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Tras la batalla de Filipos, del año 42 a. C.
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En batalla naval, entre Milas y Náuloco, en el 36 a. C. ; Sexto Pompeyo era hijo del rival de César; véase SUETONIO, Augusto 16, 1.
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Lépido quedó pronto al margen del triunvirato ; Antonio se suicidó en el año 30 en Alejandría, sitiada por Augusto tras la batalla de Accio.
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Se refiere, naturalmente, al que luego será Augusto, hijo adoptivo de su tío-abuelo Julio César.
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Tácito reproduce probablemente, y no sin ironía, palabras literates de Augusto; véase nota 41.
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Marcelo, hijo de Octavia, hermana de Augusto, nació en 43 y murió en 23 a. C. Estuvo casado con Julia, hija del príncipe, y fue el primero de los frustrados sucesores de Augusto.
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Marco Vipsanio Agripa, íntimo colaborador militar de Augusto y segundo marido de su única hija Julia, de la que tuvo a Gayo, Ludo, Agripina, Julia y Póstumo Agripa; murió en el 12 a. C.
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Recuérdese que Tiberio y Druso eran hijos de la esposa de Augusto, Livia, con su primer marido, Tiberio Claudio Nerón; habían nacido en 42 y 38 a. C.
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Preferirnos no traducir este título, que no corresponde, todavía, al de «emperador», sino al máximo grado militar, que era ostentado simultáneamente por mas de una persona como recompensa a méritos guerreros; véase III 74.
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Gayo murió en el año 2, y Lucio en el 4 d. C. A sus nietos los había adoptado Augusto como hijos pensando en la sucesión; de ahí la alusión a Livia como « madrastra», que más bien preferiría que el poder, como de hecho ocurrió, llegara a manos de su propio hijo Tiberio.
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Druso murió en el 9 a. C. El Nerón que aquí se nombra es, naturalmente, Tiberio, cuyo nombre antes de ser adoptado por Augusto en el 4 d. C. era Tiberio Claudio Nerón.
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Potestad que, por su especialísima importancia, retuvo Augusto durante casi todo su principado; véase nota 41.
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Frente a la costa de Etruria, al SO. de la de Elba.
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Nacido en 15 a. C.
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Druso el joven, al que había tenido de su matrimonio con Vipsania.
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En la célebre derrota del bosque de Teutoburgo, en 9 d. C. Véase nota 124.
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Tiberio residió en la isla desde el 6 a. C. al 2. d. C. Pudieron moverlo al retiro tanto la amargura por los escándalos de su esposa Julia, como la situación incómoda en que podia colocarlo el problema sucesorio; allí vivió rodeado de filósofos y adivinos.
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Comentarios que corrían sobre Druso y Germánico, pese a la popularidad del segundo.
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Cónsul del año 11 a. C.
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Provincia situada en el territorio que corresponde, aproximadamente, a la actual Yugoslavia. Tiberio marchaba a hacerse cargo de los ejércitos del Danubio.
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Ciudad de Campania, a unos 20 kilómetros al NE. de Nápoles.
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Murió Augusto en Nola, el 19 de agosto del año 14 d. C.
1. Acceso al Texto Latino Original
Antes de sumergirse en los comentarios y análisis, es fundamental tener acceso al texto fuente. El texto original en latín de los Anales está disponible gratuitamente para consulta y estudio a través de plataformas de humanidades digitales.
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La edición canónica del texto latino se encuentra en el proyecto Perseus de la Universidad de Tufts. Esta versión digital, que también es la fuente utilizada por sitios como CorpusAbierto, proviene de la prestigiosa edición de Oxford.
Enlace directo al texto: Annales en Perseus
Fuente: Tacitus, Cornelius. Annales ab excessu divi Augusti. Edited by Charles Dennis Fisher, Clarendon Press, 1906.
Licencia: El texto está disponible bajo una licencia Creative Commons Attribution-ShareAlike 3.0 United States.
2. Comentarios Filológicos
Para un análisis riguroso de los Anales, el primer paso es acudir a los comentarios críticos. Estas obras son indispensables para desentrañar las complejidades del latín de Tácito, entender las decisiones editoriales sobre manuscritos corruptos y apreciar la riqueza morfológica y sintáctica de su prosa.
Goodyear, F. R. D., editor. The Annals of Tacitus, Vol. 1 (Annals 1.1–54) y Vol. 2 (Annals 1.55–81 & Annals 2). Cambridge University Press, 1972-1981.
Alcance: Estos volúmenes son la referencia absoluta en la tradición anglosajona para el estudio filológico de los primeros libros. Ofrecen un aparato crítico monumental, discutiendo variantes manuscritas, enmiendas y lecturas complejas con un nivel de detalle inigualable.
Woodman, A. J., and R. H. Martin, editors. The Annals of Tacitus, Book 3. Cambridge University Press, 1996.
Alcance: Un comentario ejemplar que se centra en el Libro 3. Destaca por su atención a la sintaxis y al uso que Tácito hace de sus fuentes. (Edición no disponible en Archive.org).
Martin, R. H., and A. J. Woodman, editors. Annals, Book 4. 1989. Cambridge University Press, reedición 1999.
Alcance: Aunque más conciso, es un modelo de rigor en el análisis del estilo y la prosodia. La reedición es valiosa por incorporar nuevas perspectivas sobre pasajes controvertidos. (Edición no disponible en Archive.org).
Furneaux, Henry, editor. The Annals of Tacitus, Vol. 1. 1ª ed., Clarendon Press, 1884. y Vol. 2. 1ª ed., Clarendon Press, 1891.
Alcance: El gran clásico de la erudición decimonónica. Si bien sus conclusiones filológicas han sido superadas, su vasto aparato de referencias a autores contemporáneos lo mantiene como un recurso de gran utilidad.
3. Enfoques Literarios e Historiográficos: Tácito, el Artista de la Historia
Más allá de la precisión filológica, es crucial analizar los Anales como una obra literaria. Los siguientes estudios exploran la estructura narrativa, las técnicas retóricas y la conciencia crítica de Tácito.
Walker, Bessie. The Annals of Tacitus: A Study in the Writing of History. Manchester University Press, 1952.
Alcance: Obra pionera que analiza la arquitectura narrativa de los Anales, desmenuzando el uso de los discursos, la caracterización de los personajes y las técnicas retóricas.
Kraus, Christina Shuttleworth, and A. J. Woodman. Latin Historians. Oxford University Press, 1997.
Alcance: El capítulo dedicado a Tácito sitúa su estilo y método en el contexto de la historiografía romana, subrayando su originalidad y su sofisticada meditación sobre la relación entre poder, memoria e historia. (Edición no disponible en Archive.org).
Woodman, Anthony J. Tacitus Reviewed. Oxford University Press, 1998.
Alcance: Colección de ensayos incisivos sobre temas como el tratamiento de las fuentes, la construcción de la moralidad y la tensión entre historia oficial y memoria colectiva. (Edición no disponible en Archive.org).
4. Contexto Histórico: El Mundo de los Césares
Los Anales no se pueden comprender sin un sólido conocimiento del período Julio-Claudio. Las siguientes monografías y estudios generales proporcionan el marco político, social y económico necesario.
The Cambridge Ancient History, Vol. 10: The Augustan Empire, 43 B.C.–A.D. 69*. 2ª ed., Cambridge University Press, 1996.
Alcance: Obra de referencia indispensable con capítulos de especialistas sobre política, sociedad, economía y cultura. (Edición de 1996 no disponible; enlace a la primera edición de 1934).
Monografías Imperiales de Referencia
Levick, Barbara. Tiberius the Politician. 1976. 2ª ed., Routledge, 1999.
Seager, Robin. Tiberius. 1972. 2ª ed., Blackwell Publishing, 2004.
Barrett, Anthony A. Caligula: The Corruption of Power. Yale University Press, 1989.
Levick, Barbara. Claudius. Yale University Press, 1990.
Champlin, Edward. Nero. Belknap Press, 2003.
Griffin, Miriam T. Nero: The End of a Dynasty. 1984. Routledge, reimpresión 2000.
Estudios Generales del Imperio
Garnsey, Peter, and Richard Saller. The Roman Empire: Economy, Society and Culture. University of California Press, 1987.
Millar, Fergus. The Emperor in the Roman World, 31 BC - AD 337. 2ª ed., Cornell University Press, 1992.
Talbert, Richard J. A. The Senate of Imperial Rome. Princeton University Press, 1984.
5. Puentes al Mundo Hispanohablante
Para el lector en español, existen traducciones y estudios de gran calidad que facilitan el acceso a la obra de Tácito y a su contexto académico.
Tácito, Cornelio. Anales. Libros I-VI. Traducción y notas de José Luis Moralejo, Biblioteca Clásica Gredos, vol. 19, Gredos, 1979.
Alcance: La traducción de referencia en español. La versión de Moralejo no solo es de una gran calidad literaria, sino que va acompañada de un aparato de notas filológicas e históricas que la convierten en una edición crítica por derecho propio.
Tácito, Cornelio. Anales: Ab excessu divi Augusti. Edición bilingüe de Crescente López de Juan, Cátedra.
Alcance: Una excelente opción bilingüe (latín-español). Sus notas son más concisas, lo que la hace ideal como primera aproximación al texto. (Edición no disponible en Archive.org).
Martin, Ronald. Tácito. 1981. Traducido al castellano, Routledge, 1994.
Alcance: Estas introducciones son la mejor puerta de entrada a la obra completa de Tácito. Combinan de manera equilibrada el análisis literario con el contexto histórico.
Una Mención de Honor: Ronald Syme
Syme, Ronald. Tacitus. 2 vols., Oxford University Press, 1958.
Alcance: Es imposible hablar de Tácito sin mencionar a Syme. Su monumental biografía y sus ensayos transformaron para siempre los estudios tacitistas, siendo una lectura obligada para cualquier estudio avanzado.
Ver visualización: Nube de Palabras del Libro I de los Anales.
Ver mapa: Anales de Tácito. Mapa de los lugares mencionados en el libro I.
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