Capítulos 20-22. La investigación de Tucídides. El método histórico del Peloponeso. Crítica histórica.

Griego

τὰ μὲν οὖν παλαιὰ τοιαῦτα ηὗρον, χαλεπὰ ὄντα παντὶ ἑξῆς τεκμηρίῳ πιστεῦσαι. οἱ γὰρ ἄνθρωποι τὰς ἀκοὰς τῶν προγεγενημένων, καὶ ἢν ἐπιχώρια σφίσιν ᾖ, ὁμοίως ἀβασανίστως παρ’ ἀλλήλων δέχονται.

Ἀθηναίων γοῦν τὸ πλῆθος Ἵππαρχον οἴονται ὑφ’ Ἁρμοδίου καὶ Ἀριστογείτονος τύραννον ὄντα ἀποθανεῖν, καὶ οὐκ ἴσασιν ὅτι Ἱππίας μὲν πρεσβύτατος ὢν ἦρχε τῶν Πεισιστράτου υἱέων, Ἵππαρχος δὲ καὶ Θεσσαλὸς ἀδελφοὶ ἦσαν αὐτοῦ, ὑποτοπήσαντες δέ τι ἐκείνῃ τῇ ἡμέρᾳ καὶ παραχρῆμα Ἁρμόδιος καὶ Ἀριστογείτων ἐκ τῶν ξυνειδότων σφίσιν Ἱππίᾳ μεμηνῦσθαι τοῦ μὲν ἀπέσχοντο ὡς προειδότος, βουλόμενοι δὲ πρὶν ξυλληφθῆναι δράσαντές τι καὶ κινδυνεῦσαι, τῷ Ἱππάρχῳ περιτυχόντες περὶ τὸ Λεωκόρειον καλούμενον τὴν Παναθηναϊκὴν πομπὴν διακοσμοῦντι ἀπέκτειναν.

πολλὰ δὲ καὶ ἄλλα ἔτι καὶ νῦν ὄντα καὶ οὐ χρόνῳ ἀμνηστούμενα καὶ οἱ ἄλλοι Ἕλληνες οὐκ ὀρθῶς οἴονται, ὥσπερ τούς τε Λακεδαιμονίων βασιλέας μὴ μιᾷ ψήφῳ προστίθεσθαι ἑκάτερον, ἀλλὰ δυοῖν, καὶ τὸν Πιτανάτην λόχον αὐτοῖς εἶναι, ὃς οὐδ’ ἐγένετο πώποτε. οὕτως ἀταλαίπωρος τοῖς πολλοῖς ἡ ζήτησις τῆς ἀληθείας, καὶ ἐπὶ τὰ ἑτοῖμα μᾶλλον τρέπονται.

ἐκ δὲ τῶν εἰρημένων τεκμηρίων ὅμως τοιαῦτα ἄν τις νομίζων μάλιστα ἃ διῆλθον οὐχ ἁμαρτάνοι, καὶ οὔτε ὡς ποιηταὶ ὑμνήκασι περὶ αὐτῶν ἐπὶ τὸ μεῖζον κοσμοῦντες μᾶλλον πιστεύων, οὔτε ὡς λογογράφοι ξυνέθεσαν ἐπὶ τὸ προσαγωγότερον τῇ ἀκροάσει ἢ ἀληθέστερον, ὄντα ἀνεξέλεγκτα καὶ τὰ πολλὰ ὑπὸ χρόνου αὐτῶν ἀπίστως ἐπὶ τὸ μυθῶδες ἐκνενικηκότα, ηὑρῆσθαι δὲ ἡγησάμενος ἐκ τῶν ἐπιφανεστάτων σημείων ὡς παλαιὰ εἶναι ἀποχρώντως.

καὶ ὁ πόλεμος οὗτος, καίπερ τῶν ἀνθρώπων ἐν ᾧ μὲν ἂν πολεμῶσι τὸν παρόντα αἰεὶ μέγιστον κρινόντων, παυσαμένων δὲ τὰ ἀρχαῖα μᾶλλον θαυμαζόντων, ἀπ’ αὐτῶν τῶν ἔργων σκοποῦσι δηλώσει ὅμως μείζων γεγενημένος αὐτῶν.

καὶ ὅσα μὲν λόγῳ εἶπον ἕκαστοι ἢ μέλλοντες πολεμήσειν ἢ ἐν αὐτῷ ἤδη ὄντες, χαλεπὸν τὴν ἀκρίβειαν αὐτὴν τῶν λεχθέντων διαμνημονεῦσαι ἦν ἐμοί τε ὧν αὐτὸς ἤκουσα καὶ τοῖς ἄλλοθέν ποθεν ἐμοὶ ἀπαγγέλλουσιν· ὡς δ’ ἂν ἐδόκουν ἐμοὶ ἕκαστοι περὶ τῶν αἰεὶ παρόντων τὰ δέοντα μάλιστ’ εἰπεῖν, ἐχομένῳ ὅτι ἐγγύτατα τῆς ξυμπάσης γνώμης τῶν ἀληθῶς λεχθέντων, οὕτως εἴρηται.

τὰ δ’ ἔργα τῶν πραχθέντων ἐν τῷ πολέμῳ οὐκ ἐκ τοῦ παρατυχόντος πυνθανόμενος ἠξίωσα γράφειν, οὐδ’ ὡς ἐμοὶ ἐδόκει, ἀλλ’ οἷς τε αὐτὸς παρῆν καὶ παρὰ τῶν ἄλλων ὅσον δυνατὸν ἀκριβείᾳ περὶ ἑκάστου ἐπεξελθών.

ἐπιπόνως δὲ ηὑρίσκετο, διότι οἱ παρόντες τοῖς ἔργοις ἑκάστοις οὐ ταὐτὰ περὶ τῶν αὐτῶν ἔλεγον, ἀλλ’ ὡς ἑκατέρων τις εὐνοίας ἢ μνήμης ἔχοι.

καὶ ἐς μὲν ἀκρόασιν ἴσως τὸ μὴ μυθῶδες αὐτῶν ἀτερπέστερον φανεῖται· ὅσοι δὲ βουλήσονται τῶν τε γενομένων τὸ σαφὲς σκοπεῖν καὶ τῶν μελλόντων ποτὲ αὖθις κατὰ τὸ ἀνθρώπινον τοιούτων καὶ παραπλησίων ἔσεσθαι, ὠφέλιμα κρίνειν αὐτὰ ἀρκούντως ἕξει. κτῆμά τε ἐς αἰεὶ μᾶλλον ἢ ἀγώνισμα ἐς τὸ παραχρῆμα ἀκούειν ξύγκειται.

Español

  1. Así fueron, pues, según mi investigación, los tiempos antiguos, materia complicada por la dificultad de dar crédito a todos los indicios tal como se presentan, pues los hombres reciben unos de otros las tradiciones del pasado sin comprobarlas, aunque se trate de las de su propio país. [2] La mayoría de los atenienses, por ejemplo, cree que Hiparco era el tirano140 cuando fue asesinado por Harmodio y Aristogitón141, y no saben que era Hipias, por ser el mayor de los hijos de Pisístrato, quien gobernaba, y que Hiparco y Tésalo eran sus hermanos, y que, al sospechar Harmodio y Aristogitón, en el día fijado y en el último momento, que algo había sido revelado a Hipias por sus propios cómplices, se apartaron de él creyéndolo advertido; pero, queriendo, antes de ser apresados, arriesgarse en la realización de alguna hazaña, encontraron a Hiparco junto al llamado Leocorio142 mientras organizaba la procesión de las Panateneas143 y lo mataron144. [3] Hay muchos otros hechos, incluso contemporáneos y no olvidados por el tiempo, sobre los cuales los demás griegos tienen ideas inexactas, como la creencia de que los reyes de los lacedemonios dan, cada uno, no un solo voto sino dos, y la de que tienen una compañía de Pitana, la cual no ha existido jamás145. ¡Tan poco importa a la mayoría la búsqueda de la verdad y cuánto más se inclinan por lo primero que encuentran!

  2. Sin embargo, no se equivocará quien, de cuerdo con los indicios expuestos, crea que los hechos a los que me he referido fueron poco más o menos como he dicho y no dé más fe a lo que sobre estos hechos, embelleciéndolos para engrandecerlos, han cantado los poetas, ni a lo que los logógrafos146 han compuesto, más atentos a cautivar a su auditorio147 que a la verdad, pues son hechos sin pruebas y, en su mayor parte, debido al paso del tiempo, increíbles e inmersos en el mito148. Que piense que los resultados de mi investigación obedecen a los indicios más evidentes y resultan bastante satisfactorios para tratarse de hechos antiguos. [2] Y esta guerra de ahora, aunque los hombres siempre suelen creer que aquella en la que se encuentran ellos combatiendo es la mayor y, una vez acabada, admiran más las antiguas, esta guerra, sin embargo, demostrará a quien la estudie atendiendo exclusivamente a los hechos que ha sido más importante que las precedentes149.

  3. En cuanto a los discursos150 que pronunciaron los de cada bando, bien cuando iban a entrar en guerra bien cuando ya estaban en ella, era difícil recordar la literalidad misma de las palabras pronunciadas, tanto para mí mismo en los casos en los que los había escuchado como para mis comunicantes a partir de otras fuentes. Tal como me parecía que cada orador habría hablado, con las palabras más adecuadas a las circunstancias de cada momento, ciñéndome lo más posible a la idea global de las palabras verdaderamente pronunciadas, en este sentido están redactados los discursos de mi obra. [2] Y en cuanto a los hechos acaecidos en el curso de la guerra, he considerado que no era conveniente relatarlos a partir de la primera información que caía en mis manos, ni como a mí me parecía, sino escribiendo sobre aquellos que yo mismo he presenciado151 o que, cuando otros me han informado, he investigado caso por caso, con toda la exactitud posible152. [3] La investigación ha sido laboriosa porque los testigos no han dado las mismas versiones de los mismos hechos, sino según las simpatías por unos o por otros o según la memoria de cada uno. Tal vez la falta del elemento mítico153 en la narración de estos hechos restará encanto a mi obra ante un auditorio, pero si cuantos quieren tener un conocimiento exacto de los hechos del pasado y de los que en el futuro serán iguales o semejantes154, de acuerdo con las leyes de la naturaleza humana155, si éstos la consideran útil, será suficiente. En resumen, mi obra ha sido compuesta como una adquisición para siempre más que como una pieza de concurso para escuchar un momento156.

Aparato crítico

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1 πολιτεύσουσι C F¹: πολιτεύοντες A B E G M • 2 πόλεων A B C E F¹ M: πολεμίων G B¹ • 12 ἴσασιν des. F¹ • 19 παρὰ Nb, Aristot. (cf. VI 57, 3): περὶ vett. (ex antecedenti περιτυχόντες corruptum) | Λεωκόρειον Aristot.: Λεωκόριον codd., schol. Θ, Hesych. • 22 τε om. C | μὴ om. M.

Página [44]

1-2 Πιττανάτης λόχος Hesych. s. v. (Schm.), Phot. s. v. Πιτάνη (Naber) • 3 ἀταλαίπωρος ἀληθείας Cram. an. Par. I 74, 4 • 6 – p. 46, 15 οὔτε – κατέστη Dion. Hal. Thuc. iud. 858–61 (Pavano) • 21-22 ἐχόμενοι – λεχθέντων Dion. Hal. Thuc. iud. 918 (Pavano).


1 δυοῖν A B E F M: δυεῖν C (G) • 5 ἀμαρτάνειν A B E F M: ἁμαρτάνειν C G • 8 τὸ om. E • 14 μᾶλλον θαυμαζόντων A B C E G M, Dion. Hal.: θαυμαζόντων μᾶλλον F | τῶν om. E • 17 αὐτὴν A B C E F G, Dion. Hal.: αὐτῶν M • 20 μοι C G, Dion. Hal.: ἐμοὶ A B E F M • 21 ἐχόμενωι ὅτι ἐγγύτατα codd., Dion. Hal. 859: ἐχόμενος ὡς ἐγγίστα (εἴ τις τὰ codd.: corr. Reiske) Dion. Hal. 918 • 22 λεχθέντων A B C E F G, Dion. Hal.: λεχθέντων M.

Página [45]

6-12 καὶ – σύγκειται Dion. Hal. Thuc. iud. 823–24 (Pavano) • 7-10 ὅσοι – ὠφέλιμα Dion. Hal. Ars rhet. 398–99 (Us.–Rad.) • 11 ἐς ἀεὶ κτῆμα Lucian. Hist. conscr. 5 (Kilburn) | κτῆμα, ἀγώνισμα Plin. min. Ep. V 8, 11 (Schuster) • 11-12 κτῆμα – σύγκειται Dion. Hal. De comp. verb. 165–66 (Us.–Rad.) • 15 – p. 46, 10 τούτου – νόσος Dion. Hal. De Demosth. 1074–75 (Us.–Rad.).


Notas del traductor

  1. En este asunto Tucídides está de acuerdo con HERÓDOTO (V 55, 62 ss.; VI 123; cf., asimismo, ARISTÓTELES, Constitución de los atenienses 18, 1; 19, 1), contrariamente a la opinión del escoliasta que ve una acusación a Heródoto. En realidad, la crítica de Tucídides sale al paso de un error que circulaba por Atenas, error que contaba con el apoyo de altas esferas y que había sido acogido por Helánico (cf. F. JACOBY, Atthis. The Local Chronicles of Ancient Athens, Oxford, 1949, págs. 158-159; sobre Helánico, cf. supra, n. 58). Se creía que Hiparco era el hijo mayor de Pisístrato y, como tal, su sucesor, cuando en realidad lo era Hipias. El error se encuentra en otros textos (cf. D. L. PAGE, Poetae Melici Graeci, Oxford, 1962, fr. 893, 895-896; PLATÓN, Hiparco 228b, y Marmor Parium A 45). Según este error, Harmodio y Aristogitón, al matar a Hiparco (en el 514 a. C), habrían liberado a Atenas de la tiranía, lo que no era cierto, puesto que Hipias siguió en su puesto (hasta el 510 a. C). Esta exaltación de Harmodio y Aristogitón, sin duda, era fomentada por los adversarios de los Alcmeónidas, cuyos partidarios afirmaban que eran estos los verdaderos liberadores de Atenas con su intervención en el derrocamiento de la tiranía (cf. A. J. PODLECKI, «The political signifiance of the Tyrannicide-cult», Historia 15 [1966], 129 ss., y C. W. FORNARA, «The cult of Harmodius and Aristogeiton», Philologus 114 (1970), 155 ss. Cf. el análisis del pasaje en K. VON FRITZ, Die griechische Geschichtsschreibung, Berlín, 1967, Anmerkungen, págs. 269-273, n. 51).
  2. Harmodio y Aristogitón pertenecían a los Gefireos, clan establecido en el norte del Ática y procedente, al parecer, de Eubea (cf. K. J. Davies, Athenian Propertied Families 600-300 B. C., Oxford, 1972, págs. 472-479).
  3. Templo en honor de las hijas del héroe ático Leo, sacrificadas para devolver la abundancia a Atenas. Su ubicación es problemática. Estaba en la zona del Cerámico o, concretamente, en el extremo noroeste dei Ágora. Cf. J. TRAVLOS, Pictorial Dictionary of Ancient Athens, Nueva York, 1971, 3, 5, 578; R. E. WYCHERLY, The Stones of Athens, Princeton, N. J., 1978, págs. 63, 98. Sobre el Leocorio, cf., asimismo, DEMÓSTENES, 54, 7-8.
  4. Las Panateneas eran una fiesta anual en honor de Atenea que se celebraban con especial solemnidad cada cuatro años (las Grandes Panateneas). Éstas tenían lugar en el tercer año de las Olimpíadas, durante el mes de hecatombeón (julio-agosto). La culminación de las fiestas era la procesión que partía del Cerámico y se dirigía a la Acrópolis a través del Ágora. Se llevaba a Atenea un peplo nuevo que nueve meses antes de la fiesta habían comenzado a tejer las doncellas seleccionadas por el arconte rey. El cortejo fue perpetuado por Fidias en ei célebre friso del Partenón.
  5. Tucídides se referirá de nuevo a este episodio en VI 53, 3-59, 4.
  6. Estos dos errores se encuentran en Heródoto, aunque la alusión de Tucídides es más general. En Heródoto, VI 57, 5 se entiende que los reyes espartanos disponen de dos votos cada uno; afirma que, si ellos no asisten a las sesiones del Consejo de Ancianos, los miembros de este consejo más estrechamente emparentados con ellos disponen de dos votos además de un tercero a título personal (cf. A. W. Gomme, op. cit., I, págs. 137-38). En IX 53, 2, Heródoto se refiere a la presencia de la compañía de Pitana en la batalla de Platea. Pitana era una de las aldeas (ōbaí) que formaron Esparta (cf. supra, I 10, 2, n. 72), y seguramente las divisiones del ejército no estaban basadas en ellas (sobre la organización del ejército espartano, cf. infra, V 67, 1). Para un análisis sobre diversos puntos y aspectos de la crítica de Heródoto efectuada por Tucídides, cf. S. Cagnazzi, «Tre note tucididee», Studi Italiani di Filología Classica 49 (1977), 197-208, que se refiere, asimismo, a los pasajes en que Heródoto parece servir de fuente a Tucídides. Herodiano, historiador influenciado por Tucídides (cf. Herodiano, Historia del Imperio Romano después de Marco Aurelio, trad., introd. y notas por J. J. Torres Esbarranch, Madrid, B. C. G. 80, 1985, págs. 12, 32-33, 51, 60, 118 n. 95, etc. C.), cuenta que Caracalla creó una «cohorte laconia de Pitaña». Parece que el Emperador seguía más a Heródoto (cf. HERODIANO, op. cit., IV 8, 3, pág. 226, n. 331).
  7. Los prosistas, por oposición a los poetas; se refiere sobre todo a Heródoto y a otros historiadores y cronistas anteriores y contemporáneos. El término logographos, que originariamente sólo significaría «escritor de obras en prosa», adquirió un valor negativo de «narrador de historias poco fiables« (cf. Aristóteles, Retórica II II, 7 [1388b]; Polibio, VII 7, 1-8), y más tarde se utilizó también para denominar a los que escribían discursos por encargo. En el caso de Tucídides, a pesar de ser él mismo un «escritor de obras en prosa», es claro que se sitúa frente a los logógrafos, con indudable propósito de hacer una historia nueva (cf. supra, n. 5), con lo que el término ya parece tener una cierta connotación negativa relativa al modo de hacer la historia, aunque algunos comentaristas como Gomme (cf. op. cit., pág. 139) no lo juzgan necesario, considerando que el matiz negativo no está en el término mismo sino en todo caso en el contexto.
  8. En las lecturas públicas que hacían los logógrafos y los poetas. El mismo Heródoto presentó su obra en estas lecturas, que exigían una obra más agradable y atractiva que rigurosa y profunda. Con Tucídides se pasa de una historiografía de tono básicamente oral a otra marcada por el carácter escrito de la transmisión. Sobre el tránsito de Heródoto a Tucídides, cf. D. PLÁCIDO, «De Heródoto a Tucídides», Gerión 4 (1986), 17-46.
  9. Cf. infra, I 22, 4.
  10. Cf. supra, II.
  11. La Historia de Tucídides está compuesta de discursos (lógoi) y hechos (érga). Por un lado el relato exacto de los acontecimientos, ordenados cronológicamente según su principio de la estación del buen tiempo y la del mal tiempo de cada año. Estos hechos son presentados de una forma objetiva, con escasos comentarios por parte del historiador (aunque se trata de una objetividad sometida a discusión: piénsese, por ejemplo, en la persuasión subliminal de la que habla W. P. Wallace (Phoenix 18 (1964), 251), o en la tesis relativa al desacuerdo entre la verdad de Tucídides y la realidad histórica de D. Kaoan, The Outbreak of the Peloponnesian War, Ithaca - Londres, 1969, especialmente págs, 345-374), o en su visión de Cleón (cf. A. G. Woodhead, «Thucydides portrait of Cleon», Mnemosyne s. 4. 13 (1960), 289-317), o en la habilidad tucidídea para la relación y repetición de palabras y motivos o topoi, que serían una guía para el lector, en sus paralelismos de esquemas, situaciones y personajes (cf. V. HUNTER, Thucydides the artful reporter, Toronto, 1973; «The composition of Thucydides’ History: a new answer to the problem», Historia 26 1977, 269-294; la precisión y el amor a la verdad de Tucídides han sido, sin embargo, tradicionalmente reconocidas, a pesar de las humanas limitaciones). Para dar a entender los móviles de los hechos están los discursos.
  12. Ahí radica un aspecto importantísimo de la originalidad de Tucídides respecto a Heródoto y a sus predecesores. Tucídides hará historia rigurosamente contemporánea.
  13. En el relato de los acontecimientos, la precisión es primordial; no cabe el parecer o la interpretación, como era posible en los discursos, en los que el historiador atendía a la idea general de las palabras verdaderamente pronunciadas. El afán de exactitud, al que se refiere en este pasaje en el que se trasluce su deseo de oponerse a los logógrafos y a Heródoto, es constante en la exposición de los hechos. Tucídides observa los hechos y deja que éstos hablen por sí mismos y si merece el nombre de historiador es porque parte de los hechos que ha investigado personalmente con rigor y porque ¡as ideas generales que pone ante nosotros proceden de los hechos (cf. H. D. F. KITTO, Poiesis. Structure and Thought, Berkeley-Los Ángeles, 1966, págs. 285 ss. ). Hay, no obstante, junto a la exactitud y a la eficacia expositiva, la elección de la materia, que depende, lógicamente, de la concepción del historiador. «Tucídides —decía Hobbes, que se sirvió de nuestro historiador en su apología de la monarquía inglesa— construye sus narraciones sobre la base de una elección determinada de la materia, las expone según un preciso juicio y se expresa de una manera tan perspicua y eficaz que, como dice Plutarco, convierte a quien lo escucha en un espectador» (Th. Hobbes, ed. W. MOLESWORTH, The English Works VIII, Londres, 11 vols., 1839-45 (reed. fot. Aalen, 1961), pág. VIII). En la Historia de Tucídides, en suma, la objetividad está unida paradójicamente a la intervención del autor. Lo expresó certeramente J. DE ROMILLY (Histoire et raison chez Thucydide, París, 1956, págs. 12-13).
  14. Cf. supra 21, 1. El elemento mítico o fabuloso era frecuente en otros historiadores como Heródoto.
  15. Hallamos aquí la idea de la repetición o paralelismo de los procesos históricos, la concepción cíclica de la historia que explica la aspiración de Tucídides de que su Historia sea una enseñanza útil para el futuro, una adquisición para siempre. Pensemos, a este respecto, en las palabras de A. J. TOYNBEE: «La guerra de 1914 me encontró explicando a Tucídides a los estudiantes de Balliol que se preparaban para seguir las Litterae Humaniores; y en ese momento mí entendimiento se iluminó de súbito. La experiencia por que estábamos pasando en nuestro mundo actual ya había sido vivida por Tucídides en el suyo. Ahora, en una nueva lectura, lo comprendía en otra forma, percibía el verdadero significado de sus palabras, los sentimientos latentes en sus frases, que sólo ahora me conmovían, al hallarme a mi vez en esa crisis histórica que le indujo a escribir su obra. Tucídides, tal se veía, había pisado antes ese mismo terreno. Él y la generación a que pertenecía habían estado antes que yo, antes que mi propia generación, en el estadio de la experiencia histórica al que, respectivamente, habíamos arribado; en realidad su presente había sido mi futuro. Pero esto convertía en absurda la notación cronológica que calificaba a mi mundo como «moderno» y como «antiguo» al de Tucídides. Pese a lo que pudiera sostener la cronología, el mundo de Tucídides y el mío propio acababan de probar que eran filosóficamente contemporáneos» (cf. J. A; TOYNBEE, Civilization on trial = La civilización puesta a prueba [trad. M. C. ], Buenos Aires, 1949, pág. 15). La Guerra del Peloponeso ha sido llamada la «primera guerra europea o mundial de Occidente» y muchos autores han insistido ciertamente en esta contemporaneidad de Tucídides, sobre todo a raíz de las dos guerras europeas y de la llamada «guerra fría» entre los dos bloques encabezados por los Estados Unidos y la Unión Soviética, y han pensado en la similitud general de dichos enfrentamientos y en paralelismos concretos como el del sometimiento de Melos por los atenienses y las intervenciones de las grandes potencias contemporáneas en Hungría y Vietnam (cf. J. BERENGUER AMENÓS, «Atenas, una democracia imperialista: Melos, 416 a. C. Hungría 1956 - Vietnam 1966», Destino 1503, 28 de mayo de 1966, 40-41). Entre las muchas publicaciones en este sentido, merece la pena citar algunas: A. THIBAUDET, La campagne avec Thucydide, Ginebra, 1922; W. DEONNA, «L’éternel présent», Revue des Études Grecques 35 (1922), 71 ss.; L. E. LORD, Thucydides and the World War, Cambridge Mass., 1945; A. G. WOODHEAD, Thucydides on the nature of Power, Cambridge Mass., 1970. Por otra parte, esta correspondencia entre pasado y futuro ya habría sido puesta de relieve por el mismo Tucídides en la estructura de su Historia, según la tesis defendida por Hunter R. Rawlings III, en el sentido de que Tucídides habría pretendido dividir la Guerra del Peloponeso en dos conflictos paralelos de diez años, de forma que ciertas partes de la primera mitad (libros I-IV) encontrarían sus paralelos o correspondencias en la segunda mitad (libros V-VIII). Cf. H. R. RAWLINGS III, The Structure of Thucydides History, Princeton, N. J., 1981. En cuanto a los paralelismos, cf., asimismo, los trabajos de Virginia Hunter con sus correspondencias entre la guerra arquidámica y la campaña de Sicilia.
  16. Se ha situado a Tucídides al principio de una corriente de pensadores realistas con una idea del poder como móvil básico de la naturaleza humana, idea de la fuerza en la que se fundamentan sus concepciones sobre el comportamiento del hombre y de los Estados. En esta corriente se hallan pensadores como Maquiavelo, Hobbes y Nietzsche, respecto a los cuales se han señalado con frecuencia coincidencias con Tucídides. Decía, por ejemplo, Maquiavelo: «Perché gli uomini in sostanza sono sempre gli stessi ed hanno le medessime passioni: cosi quando le eircunstanze sono identiche, le medessime ragioni portano i medessimi efetti, e quindi gli stessi fatti debbono suggerire le stesse rególe di condotta» (palabras citadas por P. SHOREY, «On the implicit Ethics and Psychology of Thucydides», Transactions of the American Philological Society 24 (1983), n. 51). Y sobre cómo profundiza Tucídides en la naturaleza humana, cuyo conocimiento le lleva a creer en la similitud de los procesos históricos, ha dicho P. SHOREY: «ha estudiado la naturaleza humana a la luz reveladora de la guerra, la peste y la revolución, y, por más arropadas que estén las figuras que halla en su vida cotidiana, su penetrante imaginación descubre al hombre desnudo que se oculta en el fondo» (art. cit., 66, y trad. de J. Alsina, op. cit., pág. 278).
  17. Es una «adquisición para siempre», «una posesión para la eternidad», (ktêma es aieí), no una «pieza de concurso» (agṓnisma) para deleite momentáneo. Alusión a los concursos en los que Heródoto había leído su obra. Este deseo de permanencia se reñeja en el estilo: «Tanto Tucídides como Tácito —decía Nietzsche— han pensado, al confeccionar sus obras, en la inmortalidad: si no lo supiésemos por otros medios lo adivinaríamos por su estilo. El uno creía dar dureza a sus ideas reduciéndolas por ebullición, y el otro, poniendo sal en ellas; y ninguno de los dos, según parece, se equivocó» (cf. F. NIETZSCHE, El viajero y su sombra, Barcelona [s. a. ], págs. 94-95 n. 144). Hobbes, cuya primera publicación fue la Peloponnesian Warre, la traducción de la Historia de Tucídides, consideraba a nuestro Historiador el punto culminante de la Antigüedad en cuanto a la narración de la verdad que debía ser puesta delante de los hombres como testimonio permanente para el futuro, como «posesión para la eternidad» (cf. Th. HOBBES, op. cit. VIII, pág. XXI).

Referencias

El texto en griego

Perseus

Aparato crítico

G. B. Alberti, Thucydidis Historiae Vol. 1, Libri 1-2, Istituto Poligrafico dello Stato, 1972.

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Traducción al español y notas del traductor

Torres Esbarranch, Juan José, ed. and trans. Tucídides. Historia de la guerra del Peloponeso. Libros I-II. Madrid: Gredos, 1990.

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